Columna “Paisajes danzarios”

La Sala de Espera - Nicolás Santelices

Por Carolina Cares

Desde que el Observatorio Danza –ObD abrió su primera convocatoria en 2017, ha recibido más de un centenar de textos que abordan la y las danzas desde distintas disciplinas, tipos de escritura y temas, extendiendo una serie de paisajes danzarios que se enriquecen con la diversidad de miradas y lugares desde donde se establece ese punto de vista. 

Para esta columna seleccionamos tres textos que, desde lo narrativo, reflejan de buena manera las diversas formas de aproximarse a la danza, desde la propia experiencia, pero devolviendo reflexiones que pueden superponerse en otros contextos. 

Carlos Oyarzún, en Nosotros cuerpos / archi.teología del cuerp.o, propone una aproximación poética y libre al cuerpo, el movimiento, la danza, así como a las posibilidades lingüísticas que se abren a partir de palabras que hacen alusión a las acciones del cuerpo, como resbalarse o performar. En este texto le autore reflexiona sobre las fronteras del cuerpo y del movimiento, de su encuentro con otros cuerpos u objetos, con la realidad que lo contiene, la vida que lo habita: “Este cuerpo contiene un secreto siendo ya un secreto, Topográfico / Cartografía desplazada/ Vibrante pulsión, perforada sea la huella en el caos / Frontera nómada/ Todos los caballos terminan la carrera”. 

Luego, Betania Gonzalez escribe Manifiesto, un texto que tensiona los límites y hegemonías de la teoría y práctica de la danza, del coreógrafo/a, de la danza contemporánea. “Despidámonos ya de las problemáticas. Mucho problema, afán por problematizar”, dice Betania, extendiendo una invitación a repensar los lugares de la y las danzas, la colaboración, los afectos, las relaciones con otras disciplinas y saberes, los vínculos entre pares, incluso la propiedad de las creaciones. 

Finalmente, Bárbara Pinto escribe Residencia Cruzando Frutillar, una experiencia en primera persona sobre las redes que se tejen –en un sentido literal y figurativo– a través y gracias a la experiencia de la danza y del movimiento del cuerpo. El trabajo de Bárbara Pinto le permitió vincular a una comunidad en particular de distintas formas, a través del reconocimiento de las historias personales y familiares, así como de la historia de una comunidad completa. “La obra ya no era sólo mía. Estaba todos los días sobre la mesa sujeta a cambios y nuevas posibilidades”. La performance desarrollada permitió rescatar y abrir memorias, y vincularse en distintos niveles con las personas que fueron involucrándose en la obra. 

Los tres textos exponen experiencias personales alrededor de la danza a través de una escritura narrativa, libre, despojada de academicismos. Les autores realizaron distintas exploraciones en busca de su propia visión, siendo capaces de dibujar paisajes tan diversos como únicos, en el que se mezclan las geografías personales y las propias concepciones e ideas sobre la disciplina. Para hablar de la y las danzas no existe un único lugar, o un lugar correcto, sino que cada punto de origen permite una perspectiva diferente.